lunes, 30 de abril de 2012

Capítulo 4.



Me deshice la coleta y mientras caminaba iba peinándome y sacándome nudos con los dedos.

Tenía ganas de llegar a casa, sacarme los zapatos, prepararme un vaso de leche con Colacao y subir a mi habitación para pasar una noche con mi portátil y su gran memoria para guardar películas.
Podría ver una de amor...aunque la verdad, no me apetece nada. Una comedia quizás, si, seguramente.
Pfff hace frío, será mejor que acelere el paso.

- ¡Kelly, Kelly! – me di la vuelta y me encontré con un chico corriendo hacia mi. Espera...no era un chico, era el tío este.
- Que quieres. – se puso a mi altura, jadeando.
- Pensé que no llegaría a alcanzarte jamás. Qué rápido saliste.
- No tenía porque salir lento. Es más, tú deberías haber sido el que no saliera. – empecé a caminar de nuevo, pero como no, el siguió a mi lado. - ¿No estabas con tu amigo? Pues vete con él.
- Es que no acababa de comer.
- Ah bien, que lo dejaste plantado, que buen amigo eres ¿eh?
- Tranquila, Niall está bien. Paul se encarga.
- ¿Paul? – ¿para qué le pregunto nada? No parará de hablar.
- Nuestro guardaespaldas. – le miré con un gesto gracioso en la cara.
- ¿Tienes guardaespaldas? Oh, claro es que a lo mejor el niño se pierde y es aplastado por una mandada de rinocerontes, o te secuestra una mafia. Quien sabe. – se rió.
- No es por eso. Sobreviviría a una estampida de rinocerontes, y escaparía de la mafia.
- Por supuesto que si.
- Tengo superpoderes. Es más, esta noche seré tu héroe. – ahora me reí yo.
- ¿En serio? No necesito a ningún superhombre, gracias. Pero cuando lo necesite, serás el primero al que llame, tenlo por seguro.
- Me vas a necesitar ahora. – le presté atención.
- ¿A si?
- Ajá. – me cogió del brazo repentinamente y me acercó a él.
- ¡¿Qué se supone que haces?! – me sacudí y me zafé de su agarre.
- ¡Has estado a punto de pisar un caca de perro! – señaló al suelo y se empezó a reír a carcajadas. Yo me limité a suspirar y volver a emprender el paso. – Eh, eh. Essssspera. Lo siento, lo siento. Pero te dije que sería tu héroe. – no le respondí. - ¿Te has enfadado? Si en el fondo te he hecho un favor...- silencio. – Oh venga, no te enfades. – Nada - ¿Qué tengo que hacer para que me vuelvas a hablar?
- Primero, dejar de seguirme. Segundo, dejar de hablarme. Tercero, vete. – se calló, durante unos dos minutos estuvo en completo silencio. A lo mejor me pasé un poco, pero es que no podía aguantarlo más.
- Te concederé todo eso a cambio de otra cosa.
- ¿Qué cosa?
- Una cita.
- ¡¿Qué?! No. Nunca. Jamás. Ni de broma. - ¿pero de qué iba? Si no me conoce de nada.
 - Venga, y te prometo que me voy y te dejo en paz, pero quiero volver a verte. No le llames cita si no quieres, pero quiero estar contigo en algo formal, por así llamarlo, sin que estés a la defensiva.
- Y mi pregunta es, ¿por qué?
- Porque quiero conocerte.
- Eso es ridículo, eres un desconocido, y yo una desconocida.
- Por ese mismo motivo, dejemos de serlo. Venga.
- No.
- Por favor.
- No.
- Porrrrfa.
- No.
- Pooooorrrrfissss.
- No.
- ¿Qué haces mañana? – que ganas de marearme.
- Ir al cine con una amiga. Tengo planes, así que...lo siento.
- Podríamos quedar otro día...
- No, no, no, no, no. ¿Qué no entiendes?
- A ti. Y quiero hacerlo.
- Agggg. – levanté la vista, estaba enfrente de la puerta de casa. – Ale, esta es mi casa, así que si no te quieres ir, no te vayas, pero yo si.
- Bueno vale, vale, me voy...Pero, ¿no se te olvida algo?
- ¿Lo qué?-  pregunté con curiosidad.
- Ahora sé donde vives, y tú nombre. Kelly. – pronunció mi nombre con un tono de voz, que no sé como, pero se me erizó la piel haciendo subir el color a mis mejillas. – Y ahora me voy ya, pero prometo encontrarte pronto, princesa. – me lanzó un beso, se dio media vuelta y se fue.



H

Salí de la ducha, me puse unos vaqueros, una camiseta blanca y una americana. Me sequé el pelo y lo revolví un poco. Me miré al espejo durante unos instantes y sonreí.

- Listo. – me dije.

Ahora que la parte uno del plan estaba completa, faltaba la dos, y la más importante: convencer a Louis y a Eleanor para que me lleven con ellos.

- ¡Hola, novio que me pone los cuernos, teniendo a tal semental viviendo con él! ¡Hola, amante de mi novio ciego! – coreé mientras entraba en el salón y me sentaba entre Lou y Ele. Les rodé con mis brazos esbozando una gran sonrisa y pegándolos a mí.
- ¡Harry! ¡Suelta! – se deshizo de mi. - ¿Qué es lo que quieres?
- ¿Yo? ¿Por qué iba a querer algo? ¿Es que no puedo interrumpir vuestros pegajosos mimos un ratito para poder amaros?
- No. – contestó mirándome fijo.
- Antes me querías más. – solté a Eleanor y subí las manos hacia mi cara y empecé a similar un llanto.
- Ay, Hazza, que sabes que yo te amo como a nadie. – me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Me ama, es inevitable.
- Ejem, ejem. – me soltó y miramos a Eleanor. – Lo siento, pero hoy es mío. – se levantó y se sentó en sus piernas. Louis dejó un beso sus labios. Tuve el impulso de tirarles un cojín a la cabeza, pero me contuve. Tenía que ser bueno.
- Louu... Tú, ¿me quieres?
- Te amo, ricitos.
- ¿Y tú, Ele?
- Muchísimo. – vale, ya eran míos.
- Bien, entonces, ¿me haríais un favor?
- Claro. – contestaron a la vez.
- Quiero ir con vosotros al cine.
- ¡¿Qué?! No. Hoy no, te dije que le debía una tarde. Y no se la pienso quitar.
- Peeero Lou. Aggg. No me dejáis explicarme. Necesito ir con vosotros al cine. Es de vida o muerte.
- ¿Se puede saber por qué? – me preguntó ella.
- Pues...es largo de explicar...y es que...
- ¿Estás rojo Hazza? – Louis me miró divertido.
- ¡No! Solo es que...Tenéis que dejarme ir con vosotros, por favor. Solo llevarme, no voy ni a entrar en la misma sala de cine. Prometo que en el coche podéis ser lo pegajosos que queráis y no me quejaré ni una vez. Pero necesito ir. – Louis y Eleanor se miraron entre ellos durante unos instantes y luego dirigieron su mirada hacia mi, Ele tenía la palabra.
- Está bien.
- ¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias! – me abalancé sobre ellos.
- ¡Pero! – comenzó Louis. – Nada de ver ninguna película para mayores de dieciocho, y menos una de miedo, que luego no duermes y vienes a mi cama por la noche.
- Vale, lo prometo.
- Pues entonces, vámonos que ni sabemos que película vamos a ver. Veeeeenga. – Eleanor nos cogió un brazo a cada uno y tiró de nosotros para que saliéramos del sofá.

Salimos de casa para entrar en el coche de Lou. Tuve que aguantar veinte largos minutos de caricias en las manos, te quieros, y besos cortos durante todo el trayecto. Pero ya estábamos. Por fin.
Abrí la puerta y salí corriendo en busca de aire.

- Harry, no seas tan exagerado.
- ¿Exagerado? Vosotros no sabéis lo mal que lo he pasado, era como respirar dentro de una nube rosa con forma de corazón.
- Sssssssh, dijiste que no te quejarías. ¿A qué te dejo en el coche?
- Vale, Lou, vale. Me callo. Ya ¿ves? Cierro la cremallera. – corrí mi mano por mi boca como si de verdad tuviera una cremallera e hice que la tiraba.

Subimos hasta la última planta del centro comercial donde se encontraba la sala de cine. Unas cuantas fans se acercaron a nosotros, nos pidieron un par de autógrafos y fotos. Vinimos a buena hora, esto no estaba tan lleno. Pero yo no paraba de buscarla, miraba hacia todos los lados, pero no la encontraba. Aunque pensándolo mejor...sería demasiada suerte que viniera a la misma hora que yo.

Suspiré y me di cuenta de que los dos tórtolos estos ya se habían ido. Me acerqué a la taquilla y miré la cartelera por encima, no me atraía ninguno de los títulos, pero acabé con un bol de palomitas y una Coca-Cola viendo una peli de amor. 



lunes, 16 de abril de 2012

Capítulo 3.


‘She's the girl that no one ever knows. And I say hi, but she's to shy to say hello.’

Abrí los ojos y vi mi móvil vibrar mientras emitía luz y el tono de llamada llenaba completamente la habitación y mis oídos. Lo cogí y descolgué.

- ¿Si? – dije con una voz asquerosa, ya que estaba totalmente dormida.
- ¿Kelly? ¿Te he despertado? Lo siento.
- Da igual, ya iba siendo hora de que me despertara. ¿Qué pasa?
- Necesito pedirte un favor. – me froté los ojos con la otra mano.
- Claro, dime.
- ¿Podrías cubrir mi turno en Nando’s esta tarde? Mis padres se empeñaron en que fuera a ver a James jugar, me voy ahora, y no llegaré hasta la noche. No quiero perder el trabajo, acabo de empezar. Así que... ¿me harías ese gran favor para que te pueda amar más de lo que ya? Mañana te invito al cine, venga. Y escoges tú la peli. ¿Si?
- Bueenoo...vale.
- ¡Gracias, gracias, gracias, gracias! – coreaba.
- Una cosa, pero, ¿me planto ahí y ya está?
- Habla con Taylor, una chica con el pelo marrón hasta un poco más debajo de los hombros.
- Sarah, puede haber mil chicas así.
- Que nooo. Además, ya le avisé de que ibas a hacer mi turno, ya estará pendiente de ti, así que tú haz lo que ella te mande y ya. ¿Vale?
- Vale...
- Bueno, me voy. Pórtate bien eh. Te quiero. – y me colgó.
- ¡Aaaaaaah! – me revolví en la cama comiéndome la almohada.

Cerré los  ojos un momento y los volví a abrir porque noté unas pequeñas manos zarandeándome.

- ¿Qué haces? – bostecé.
- Mamá me mandó a despertarte, ya es la hora de comer.
- ¡¿Ya?!  Pero si estaba despierta y cerré los ojos y...- ¿había dormido tanto tiempo?
- Venga, levántate, no quiero esperarte más, tengo hambre.
- Voy, bajo en pijama.

Me levanté de cama y bajé con Emily las escaleras. En la cocina mi madre estaba terminando de poner la mesa.

- ¡Vaya! Buenos días bella durmiente. – me hablaba mientras colocaba los vasos.
- Lo sé...lo siento, me quedé dormida. Ya pongo yo los platos. - nos sentamos a comer.
- ¡Espaguetis! – exclamó mi hermana cuando mi madre le echó su comida en el plato, luego hizo lo mismo conmigo y finalmente ella.
- ¿Qué vas a hacer esta tarde? Si no tienes ningún plan podrías llevar a Emily al parque, pronto empezarán  las clases de nuevo y hace mucho que no la llevas.
- Lo sé, pero Sarah me llamó a la mañana para que le cubriera el turno, así que otro día será, peque. – le dediqué una sonrisa, pero ella seguía sumergida en sus espaguetis mientras miraba dibujos en la tele.
- ¿Sarah está trabajando?
- Si, en Nando’s empezó ayer.
- Podrías buscarte tú también un trabajo, no estaría nada mal.
- Podría...
- Eso es un deberías. – suspiré. Ahora mismo no me apetecía nada buscar trabajo, en poco tiempo volvería al instituto. Aunque era mi último año, debería empezar a reunir algo de dinero...

Pronto acabamos de comer y subí a prepararme. El turno empezaba a las cinco, así que salí a las cuatro y media de casa, por una vez en mi vida, sería puntual, no me apetece causarle problemas a Sarah.
Al llegar tomé aire un par de veces, estaba nerviosa, era la primera vez que trabajaría...bueno si cuenta aquella vez que limpié el garaje para conseguir dinero para mi primer concierto, pues sería la segunda.

Entré en el local y miré hacia los lados, aquel sitio era muy agradable, solo viniera una vez a cenar aquí cuando mi padre aun vivía con nosotras. Ese día fue uno de los mejores, aunque después de eso no vino nada mejor.

- ¡Hola! – una chica se había plantado delante mía. Tenía los ojos castaños y verdes, era prácticamente tan blanquita como yo, su pelo era marrón y daba por algo más bajo después de los hombros...- Tú debes de ser Kelly, ¿me equivoco?
- No. Quiero decir, no te equivocas. – me sonrió, es muy guapa.
- Yo soy Taylor. – se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla. Ella era Taylor, la que me dijo Sarah. – Sarah me dijo que vendrías a cubrirle el turno.
- Así es.
- Pues entonces, pongámonos manos a la obra, te voy a enseñar a manejar un poco esto. Pero antes de nada...- empezó a caminar hacia la barra, la seguí, se agachó y sacó una camiseta granate con el logo de Nando’s. – Creo que esta te sentará bien. Ven, vamos al baño y te la pruebas. - Entré en el baño, me puse la camiseta encima de la mía y volví a salir.
- Estoy ridícula. – me miré reflejada en el cristal.
- Que no, te está muy bien. – le dediqué una sonrisa de abatimiento y suspiré.
- Bueno, ven, te empiezo a explicar.

Y así hizo, me explicó un poco todo, me dijo como tenía que preguntar a los clientes lo que querían, a donde llevar los platos sucios, como coger bien todo para que no se me cayera nada, vamos, lo básico.

- Y...supongo que eso es todo. – recogió su bolso y lo colgó al hombro. – Yo me voy ya. – espera, ¡¿Se iba?! ¡¿Pensaba dejarme sola?!
- ¿Te vas?
- Si, mi turno ya acabó, ahora te toca a ti.
- No voy a poder hacer esto sola...
- Por supuesto que si, es fácil, dedícate a sonreír, ser amable y evitar la torpeza, y todo lo demás ya está echo. Lo harás bien, te lo prometo. Ánimo. – posó su mano sobre mi hombro, me dedicó una sonrisa y se fue, se esfumó por la puerta, dejándome allí, en una pesadilla.

Vale, Kelly, tranquilízate, esto va a ser fácil, muy fácil ¿está bien? No. La puerta se abrió y entraron clientes nuevos, una familia. Se sentaron ¿debía ir a decirles que quieren? Giré la cabeza hacia la barra, una de las camareras me miró y me indicó que fuera, así que lo hice. Me hice una coleta con la goma que tenía en la muñeca y  fui allí, les pregunté que querían tomar, lo apunté en mi libretita, arranqué la hoja, se la dejé al cocinero y cuando acabó de hacer el pedido les serví su comida, lo hice.
Y así fue todo durante la tarde, solo me queda media hora para acabar el turno, eran las ocho y media. No fue tan mal.

Me acerqué a la barra e iba a hablar con la chica que atendía ahí, pero Mary, otra camarera se acercó a mí.

- Kelly, ¿Puedes ir a atender la mesa del fondo? Luego puedes irte.
- Está bien.

Cogí mi libretita y me dirigí a la mesa antes dicha. Iba contenta ¿para que mentir? Le había cogido el gustillo a esto. Levanto la vista y a lo a lo lejos miro quien está en la mesa.

- No me lo puedo creer. – susurré.

Era él, era el pesado este. Me persigue ¿verdad? Esto no puede ser. No, que no, que me niego. Estuve a punto de darme la vuelta, pero a ver, es que no. Aggggg. Quiero gritar.
Va, Kelly acércate a la mesa, anda. Fuuuuu.
Me acerco muy lenta, y cuando llego bajo la mirada hasta la libreta.

- ¿Qué van a querer? – digo entre dientes.
- ¿Eres tú? – Me cago en...
- ¿La conoces? – miré al chico que le acompañaba. Era un chico guapísimo, rubio, blanquito y de ojos azules.
- Si, ella es la chica de la que te hablé. – ¡¿Qué?! ¿Le habló de mí? ¿Por qué? Aunque bueno, yo hablé con Sarah de él, así que...me parece jusNo no me lo parece.
- ¡Oh! Hola, me llamo Niall. – me dedicó una sonrisa, no pude resistirme a correspondérsela.
- ¿Trabajas aquí? – volví a mirar a ricitos de chocolate.
- No te importa. ¿Vais a pedir algo o me puedo ir y así acabar mi turno?
- Si, si. Yo quiero pollo asado con patatas. Y una cerveza. – la sonrisa del rubito era enorme, pedía la comida como un niño pidiendo un caramelo.
- Yo quiero macarrones con queso.
- ¿Para beber?
- Una Coca-Cola. – terminé de apuntar.
- Vale, os traigo todo en un rato.

Salí de la zona, pero sentí su voz rápidamente hablando con su amigo. ¿Por qué me tendría que pasar esto a mí?  Es como si lo encontrara a cada paso, y no me gusta.
Es que, a ver, me persigue o algo. Tranquila, Kelly, ahora, le entregarás su dichosa comida, y saldrás de aquí para no volver a verlo, nunca, nunca jamás.

- ¡Kelly, la comida de tu mesa ya está lista!
- Voooy.

Recogí la comida y caminé hasta su mesa. Venga, solo cinco minutos más, solo cinco.

- Aquí tenéis. – dejé los platos.
- Gracias. – dijo el rubio, pero pronto se centró en su plato.
- Gracias. – ricitos, no quiero que me agradezcas nada. - ¿Acabas ya tu turno?
- Si, pero no te importa. Adiós.

Fui hacia la barra rápidamente, me saqué la camiseta, me despedí de todos y salí de allí.
Aire libre, como lo necesitaba. Solo pensaba en que ya estaba lejos de él, ya no escuchaba su voz, ya no respiraba su mismo aire. Eso estaba bien, estaba muy bien. 






La canción de arriba es Say you like me de We The Kings.

domingo, 8 de abril de 2012

Capítulo 2.


‘Someday, you'll come knockin' on my door. And I'll leave you lonely, I don't want you anymore. My bones are stronger than before. So don't come 'round my way, I'll kick your ass right out the door.’

Evadirme del mundo con mis cascos y la música a todo volumen era lo que de verdad necesitaba. Todo sonaba tan perfecto, hasta que dejó de ser perfecto y solo escuchaba por un oído…

- ¿Mamá? – abrí los ojos y la encontré sosteniendo una parte de mis cascos.
- Me voy a casa de la tía y me llevo a Emily conmigo.
- Vale. – se quedó mirándome.
- Kelly, ¿no habías dicho que habías quedado a las seis y media?
- Si.
- Son las seis y diez, y estás sin vestir. – dirigí la mirada lentamente hacia mi, me había pasado el día en pijama.
- ¡Mierda! – salté de cama y entré en el baño.
- ¡Esa boca!
- Lo siento, lo siento. – volví a entrar a la habitación, abrí el armario de un golpe y empecé a pasar las perchas rápidamente.
- Me voy ya, ten cuidado eh.
- Si,si. Adiós.

Cogí unos vaqueros, una camiseta rosa claro bastante suelta y me vestí lo más rápido que pude, me calcé y volví a entrar en el baño, me miré al espejo. Tenía una pinta horrible, me lavé la cara, deshice la coleta que tenía y me peiné como pude, me coloqué una diadema negra fina y bajé las escaleras. Al llegar al vestíbulo toqué el bolsillo del pantalón ¡el iPhone! Volví escaleras arriba y recogí el móvil que estaba encima del escritorio. Bajé de nuevo las escaleras, cogí una chaqueta y salí corriendo.

Me iba poniendo la chaqueta mientras corría, eran las cinco y veinticinco, y el Harry este dijo que a y media…bueno dijo alrededor de las seis y media…supongo que eso me otorga unos minutos más. Pero aun así, es capaz de irse y llevarse mi móvil. Aceleré más el paso, ya faltaba poco para llegar…ya estaba. Frené y me permití coger aire durante unos instantes. Suspiré. Lo busqué con la mirada por todas partes pero no había ni rastro de él. Este era el sitio, estaba segura…pero, no, él no estaba aquí.

- Chssss. – giré la cabeza hacia un banco apoyado en la pared al lado de un callejón. Había alguien sentado con un periódico abierto ante sus ojos. – Chsssss. ¡Hey, tú, ven! – me acerqué algo extrañada.
- ¿Me hablas a mi? – me puse en frente de ese individuo y me di cuenta de que el periódico tenía dos agujeros pequeños.
- Si. Siéntate. – me senté y él cerró el periódico sobre su regazo. Era un chico con unas Ray-Ban negras y llevaba puesto un sombrero de paja. Se sacó las gafas y me miró sonriendo.
- ¡Eres…! – me vi cortada en mitad de la frase, ya que se abalanzó sobre mi tapando mi boca con su mano y arrastrándome dentro del callejón, una vez dentro me soltó. - ¡…Tú! ¡¿Sé puede saber que haces?! – chillé.
- ¡Qué no grites! ¿A caso estás loca? ¿Quieres que nos rodeen cientos de fans acompañadas de periodistas?
- ¿Y por qué iba a pasar eso?
- Porque soy famoso. – me aguanté la risa.
- Oh claro, por supuesto que si, seguramente eres toda una estrella del pop.
- Pues lo cierto es que si…pero bah, tú no lo entenderías.
- Claro que lo entendería, es más, lo entiendo. Yo también soy famosa, soy una reina.
- ¿Eres reina?
- Si, ¿no me conoces? Soy la famosa reina de Narnia, por allí soy el mayor centro de atención. – no podía dejar de ser irónica, con él me salía solo. Me miraba tan extrañado que resultaba demasiado gracioso.
- ¿Narnia? – se rascó la cabeza. Suspiré.
- Da igual, ¿por qué no me devuelves mi móvil y acabamos con esto?
- Claro. – sacó mi móvil de su bolsillo trasero y yo saqué el suyo y se lo tendí al igual que él a mi. Cada uno cogió su respectivo iPhone. – No habrás estado cotilleando nada, ¿verdad?
- No. Aunque lo mismo te digo.
- No necesito cotillearte el móvil.
- Pues eso. – suspire. – Me voy. – me dispuse a salir de ese callejón y cuando ya estaba fuera noté que me seguía, me di la vuelta. - ¿Vas a seguir…? – me echó contra la pared haciendo una jaula con sus brazos en paralelo sobre mis hombros y acercó su cara a la mía, estaba tan cerca que podía saborear su respiración. No podía dejar de mirarlo desorbitadamente, él en cambio no sé a donde dirigía la mirada.
- Ya está – suspiró. – se han ido, que a punto estuvieron de verme la cara. – entonces me miró directamente a los ojos y mis mejillas se llenaron de color, dirigió su mirada a mis labios y me regaló una sonrisa de lado. Fue puro impulso, me escapé de sus brazos y me situé a tres pasos de él.
- Me voy, adiós.
- ¡Adiós reina de Narnia! – sin quererlo sonreí volviendo a llenarme de color.

Empecé a caminar rápido, muy, muy rápido. Y llegué hasta Nando’s vi a Sarah en la terraza y me acerqué hasta ella.

- ¡Kelly! ¿Qué haces aquí?
- ¿Eh? Pues…es que…tengo mi móvil. – creo que hablaba demasiado nerviosa.
- ¿Estás bien?
- Sisisisisi. – asentía.
- Vale...¿Por qué no esperas un poquito, que ya va a acabar mi turno y nos vamos juntas?
- Valep.

Me senté en un banco saqué mi móvil y empecé a pasar fotos. No sé porque estaba tan nerviosa, de verdad. Puff...es un idiota, ¿quién piensa qué es para acorralarme así? Aggg. No, no, no.

- Tierra llamando a Kelly. – levanté la vista, allí estaba Sarah con una sonrisa de oreja a oreja.
- Hola. – me levanté y empezamos a caminar.
- ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué estabas tan rara antes?
- Nada, he ido a recoger mi móvil.
- ¿Recoger tu móvil?
- Sip, es que...cuando choqué con el chico de ayer, los intercambiamos sin quererlo, y ayer me llamó para quedar y darme mi móvil y yo a él el suyo.
- ¡¿Volviste a ver al chico de ayer?! – como se emocionaba.
- Si...
- Yyy ¿Qué pasó?
- Nada, que está loco, me metió en un callejón.
- ¡¿Qué te metió en un callejón?!
- Sarah, no grites.
- ¡¿Te besó?! – la miré, creo que mis oídos no daban crédito a lo que escuchaban.
- ¡¿Qué?! ¡Pues claro que no! – Hubo un silencio – Pero pudo haberlo hecho...
- ¡¿Qué?! ¡Cuéntame todo!
- No hay nada que contar, porque no pasó nada.
- Pero pudo haber pasado, ¿no?
- Si...y no...Es que se quedó mirándome, y sonrió y....
- Le gustas. Fijo que le gustas.
- Sarah, no lo conozco de nada, y él a mi tampoco, así que no flipes tanto, porfis.
- Es que eres tonta, tienes que aprovechar lo que te dan.
- No, claro que no. Dios, no quiero seguir hablando de él. – llegamos a su casa. – Me voy ya, se ha hecho tarde, nos vemos.

Volví a caminar rápido y pronto estuve en casa. Timbré y la puerta se abrió dejando ver a la pequeñaja de mi hermana.

- ¡Mamá, es Kelly! – gritó y me dejó pasar.
- Hola enana. – le revolví el pelo.
- No soy una enana, casi tengo diez años. – me sacó la lengua.
- Sigues siendo una enana. – me dirigí a las escaleras.
- Kelly, no te pongas a escuchar música que en nada vamos a cenar.
- Vaaaale, solo voy a subir un momento a la habitación.

Dicho y hecho, subí, dejé el móvil sobre la mesilla, cambié las Converse por unas zapatillas y justo cuando me iba a tumbar en cama mi madre hizo grito de presencia:

- ¡Kelly, baja ya!
- Vooooy.

Bajé a cenar y una vez acabado, volví corriendo a mi cuarto de nuevo. Necesitaba una ducha, así que abrí la villa del agua y dejé que se calentara para después meterme debajo de ella. Me dejé estar ahí como una media hora, al salir me puse el pijama, sequé un poco mi pelo con una toalla y me tiré en cama. Cerré los ojos y respiré bien hondo.
Alcancé mi móvil con la mano, lo desbloqueé y me encontré con un mensaje en el WhatsApp.

“Harry: Hola, ¿qué tal por Narnia? :)”

No me lo podía creer. ¿Cómo lo hizo? Dudé entre contestarle o no, pero al final lo hice.

Bien, desde que derrotamos a la bruja blanca todo va bien por aquí, siento que el mundo del famoseo sea más complicado :)”
“Harry: Lo cierto es que no, el mundo del famoseo no es fácil, aunque a veces es gratificante, puedo tener todas las chicas que quiera.”
“Bien, me alegro. Ahora me apetecería dormir, así que si me vas a estar molestando más, te bloquearé.”
“Harry: Tranquila, no molesto más. Buenas noches princesa.”

No podía creérmelo, sinceramente, no podía ¿me acaba de llamar princesa? Esto no podía estar pasándome, no. No lo conocía de nada, exactamente de nada.
Estuve a punto de bloquearlo, pero me quedé a eso, a punto. Dejé el móvil en la mesa, me tapé y cerré los ojos con fuerza.




PD: la canción del principio es Mr. Big Shot de Anarbor.  


Capítulo 1.


Llegaré tarde, lo estoy viendo, siempre igual. Agg. ¿Dónde está mi móvil? Aquí. Bien, ya estoy lista.

Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, recojo mi chaqueta del perchero y me la pongo mientras sujeto el móvil en una mano y abro la puerta con otra. El suelo, está frío. Miro hacia mis pies. Oh, genial. Busco con la mirada mis Converse blancas, ¡allí! Me las coloco en un tiempo récord metiendo los cordones por dentro, sino no acabaría nunca.

Salgo hacia el centro de Londres, caminando a paso ligero mientras intento escribir en mi iPhone un mensaje para Sarah, son las cinco y cuarto, quedáramos a las cinco en punto. Es que soy tonta.

“Sarah, perdón, estoy llegando.”

Vale, desde aquí solo hay unos seis minutos hasta el Starbucks, ya estoy cerca. Buah, me va a matar, ayer le dije que sería la última vez que iba a llegar tarde.
Sigo concentrada en la pantalla de mi móvil esperando a que Sarah me conteste, como se haya enfadado me muero. Poco a poco la luz de mí alrededor se va convirtiendo en una sombra, levanto la mirada para ver donde estaba la claridad.

- ¡Ah! – me caí al suelo de culo. – Ay…
- Lo siento ¿estás bien? – tomé la mano que me estaban tendiendo y me levanté.
- Si, gracias. - era un chico, más o menos de mi edad. Era poco más alto que yo, tenía el pelo lleno de rizos castaños desaliñados, vestía unos vaqueros, una camiseta granate de cuello alto y una americana gris. Y sus ojos eran de un verde tan…
- Deberías mirar cuando andas ¿sabes? No puedes ir por ahí tirando a la gente al suelo. -…tan asquerosamente verdes.
- Oh, siento haberme entrometido en tu camino tirándote al suelo, no era mi intención, niño. – dije lo más molesta posible.
- ¿Niño? No sabes con quien estás hablando. – movió su mano a través del pelo.
- Puede, más tú tampoco sabes con quien estás hablando, soy una desconocida. ¿Tu mamá no te enseñó que no se debe hablar con desconocidos? – esbocé una media sonrisa.
- Soy Harry. – extendió su mano con una estúpida sonrisa satisfactoria en su rostro. Suspiré, le dejé ahí solo y empecé a caminar otra vez. - ¡Eh! – corrió hacia mi. Me giré.
- ¿Qué quieres ahora?
- Toma. – extendió de nuevo su mano, pero ahora sostenía un iPhone, mi iPhone. Entonces me di cuenta de que no lo tenía, debió de caerme al chocar con este tío raro. Lo cogí.
- Gracias y adiós. – me volví a girar y empecé a caminar una vez más. Hasta que noté una mano en mi hombro. Suspiré.
- ¡Qué! – otra vez su mano extendida ¿es qué no se cansaba?
- Soy Harry, Harry Styles.
- Oh, me alegro. ¿Puedo irme ya?
- Eh…Soy Harry Styles… - su cara era de desconcierto total.
- Lo sé, ya lo has dicho. Me tengo que ir, llego tarde.
- ¡Espera! No me has dicho tu nombre. – le miré vacilante.
- ¿Es qué a caso importa? No nos vamos a ver nunca más, no necesitas saber como me llamo. Y ahora, si me dejas seguir mi camino, me voy.

Lo dejé atrás agradecida de que ya no me siguiera. Miré mi reloj, cinco y veinticinco. Había perdido diez minutos de mi tiempo con él. En fin, no vale la pena ni darle importancia. Guardé el móvil en el bolsillo y aceleré más el paso.

Ya estaba llegando, podía avistar a mi amiga bajo el logo verde del Starbucks. Sarah era como yo, bueno, ella tiene los ojos azules y los míos son…mezclas de grises y azules, si. Y su pelo rubio oscuro es tan bonito…y el mío es castaño claro y…no tiene una forma fija, me puedo despertar un día con el pelo liso, otro ondulado, hasta a veces rizo.Bueno, Sarah y yo somos iguales, o parecidas, depende de con que ojos nos miren. Pero en la forma de ser, somos prácticamente gemelas. Por algo es mi mejor amiga, esa que tiene que aguantarme y esperarme cada vez que llego tarde, que en mí, es de lo más normal.

- Sarah, lo siento, lo siento, lo siento. – llegué hasta ella.
- ¡Kelly! Menos mal que apareciste, pensaba que estabas llegando, hace quince minutos.
- Lo siento…es culpa de un niño raro. – entramos en el Starbucks, pedimos dos frapuccinos y volvimos a salir.
- ¿Con qué un niño raro? – me miró sorbiendo por la pajita.
- Si, bueno, no era un niño, un chico.
- ¡¿Un chico?! ¿Cómo era? ¿Alto? ¿Moreno? ¿Era guapo? – Sarah era igual que yo en su forma de ser, pero había excepciones, los chicos, era una de ellas.
- Pues no sé…era normal, como cualquiera supongo.
- Venga, no seas así. Descríbelo mejor. – suspiré y tomé un sorbo.
- Solo era algo más alto que yo, tenía el pelo castaño y rizado, y sus ojos eran verdes. – dije secamente.
- ¿Ya? ¿Así? ¿En serio?
- Ya te lo describí.
- Pero no le has dado ninguna emoción.
- No la tiene. – me encogí de hombros.
- Eres tonta, a ver, ¿sabes su nombre?
- Harry. – su imagen repitiéndome su nombre me vino a la cabeza.
- Me gusta, ¿y cómo lo conociste?
- Me choqué con él, se me cayó el móvil y me lo devolvió. No lo conocí.
- Pero sabes su nombre.
- Él no sabe el mío. – Sarah se paró y se quedó mirándome.
- ¡¿Qué?! ¿Por qué?
- Porque no se lo dije, no tiene porque saberlo. – suspiró y siguió caminando a mi lado.
- Que rara eres, chica. Te chocas con un tío y no sabes aprovecharlo. Podría a ver sido el amor de tu vida.
- ¡Oh, claro, por supuesto que si! – me reí.
- ¿Y si hubiera sido amor a primera vista? Acabaríais casándoos, y con tres bonitos hijos, dos niñas y un niño. Una pequeña Kelly, un pequeño Harry y una pequeña Sarah. – me paré por completo y escupí el sorbo que había casi tragado estallando en risa.
- ¡¿Sarah?! ¿En serio? Jajajajajaja. No.
- ¿Qué? ¿Por qué no? Podría haber pasado fácilmente.
- Claro que si, anda, camina y no digas boberías. – giramos la calle y nos encontramos con una marabunta de gente, prácticamente todo chicas. - ¿Por qué hay tanta gente aquí?
- Creo que escuché que iban a grabar un videoclip de una banda hoy. Así que serán sus fans.
- Pues vayamos por otro sitio. No me apetece salir en Youtube.
- Valep. – cogimos otra calle evitando a la gente.
- ¿Qué banda era?
- ¿Eh? Ah, pues no sé. Lo anunciaron en las noticias, pero mi hermano cambió de canal para poner un partido y no pude escuchar.
- Hace tiempo que no se ve a James.
- Mañana se vuelve a ir de viaje con el equipo de fútbol.
- Acabará jugando en el Manchester.
- Si…seguro que si. – empezamos a reírnos. - ¿Sabes? ¡Al final conseguí el trabajo de camarera en Nando’s!
- ¿Si? Enhorabuena. ¿Cuándo empiezas?
- Mañana tengo turno de tarde.
- ¿No teníamos tarde de cine?
- Si…lo siento…
- Boh, no pasa nada. Vamos otro día, a ver si se renueva la cartelera. – Sarah me abrazó.
- Aiiiiiiissss como te quiero, aunque no dejes que ningún chico conquiste ese corazoncito, yo te quiero.
- Saca, boba. – reí. – Tu casita, ale, para dentro.
- No te me enfades, sabes que ahora estoy soltera, si sigo así durante un tiempo y tú también, podemos casarnos nosotras.
- Será lo mejor, no creo en el amor a primera vista eh.
- Haaaaaaasta que te llega.
- No llegará.
- No estés tan segura. – abrió la puerta de su casa. – Nos vemos, guapa.
- Adiós, tonta.

Me giré y empecé a caminar hacia mi casa, solo estaba a veinte minutos de la de Sarah. De repente una canción empezó a sonar dentro de mi bolsillo, me extrañó no reconocer mi tono de llamada habitual, saqué mi móvil y me quedé mirando a la pantalla, la cual lucía mi número de teléfono, indicándome que yo, bueno, mi móvil estaba ¿llamándome?

- ¿Si? – esto era raro.
- ¡Tienes mi móvil!
- ¿Qué?
- Soy Harry, el chico de hoy a la tarde. Al chocar nos cayeron los móviles a los dos, y me confundí, dándote mi iPhone.
- ¡¿Qué?! – chillé.
- No me grites. A mi tampoco me hace gracia.
- Aggg pero si es tu culpa. ¿Es qué no reconoces ni tu propio móvil?
- Tú tampoco lo hiciste, sino no sería yo el que te llamara. – punto para él, tenía razón.
- Bueno, no importa. Quiero mi móvil.
- Y yo él mío.
- ¿Entonces?
- ¿Podrías venir hasta mi casa mañana?
- ¿Hasta tu casa? ¿Dónde queda?
- En una urbanización en las afueras de Londres. - ¿estaba de broma verdad?
- No pienso ir hasta las afueras de Londres. No conduzco, ¿sabes?
- Bueno…pues a ver... ¿Qué tal mañana en el mismo sitio que nos chocamos sobre las seis y media?
- Está bien.
- Vale, pues cuida de mi móvil, como venga con un solo rasguño…
- Lo mismo digo. – y le colgué.

Era lo que me faltaba, al final si iba a tener que volver a verlo. Como me gusta mi vida, claro que si. 

No.